Merezco una pateadura y me das ternura,
Tú eres quien resucitará mi alma, mi ser.
Sáname de esta enfermedad en la que no soy inocente.
Estoy cansado de pedirte perdón por mi pecado.
Ya no soporto tanta hostilidad sobre mí.
La mano de su misericordia cae sobre mí
y los que me fastidian emprenderán la retirada,
confundidos entre sí, totalmente descolocados.
De la antología “Las sotanas de Satán”
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