Con el primer rayo del sol invoco tu compasivo nombre,
te ruego que atiendas mis vocablos, con fe.
Cada iniquidad percibirá una sanción específica.
El engañador lamentará a mares sus embustes y tretas.
Entro a la casa del Padre como un familiar más
y le suplico que me encadene a los textos sagrados.
El salvado saltará de contento por toda la eternidad
y los favores son tantos que me estremezco.
De la antología “Las sotanas de Satán”
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