Todas mis esperanzas las dirijo sólo a ti,
tú que estás sentado a la derecha del Padre.
Me concentro en los designios de tu poderosa mano
pretendiendo ser un galeote fiel y perseverante.
Ten piedad de nuestras innumerables imperfecciones.
Soy consciente de que soy un servidor torpe y lento.
Dios, prospera a tus hijos en lo material, por favor.
Es difícil tolerar al millonario y al arrogante.
(24) Al himnario del Salvador
De la antología “Las sotanas de Satán”
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