Al cristiano le llueven los antagonistas
y no son pocos los que pretenden lacerarlo.
El arma de guerra es la plegaria en el espíritu,
duermo a pies sueltos bajo su paraguas.
Me rodean con el propósito de perforarme,
planifican mi herida con el dedo en el gatillo,
ninguno se ellos izará su bandera.
Es Dios quien reparte los ganchos de izquierda.
De la antología “Las sotanas de Satán”
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