El hombre vil no pondera sus pensamientos.
Maltrata al desposeído con desparpajo y sorna.
Presuntuosamente satisface los deseos de su alma
y el juicio de Dios sería una fábula de individuos aburridos.
El malvado asegura que ningún azote le alcanzará.
Con su astucia humilla o mata a los honestos.
Él contusionará duramente el brazo del canalla.
La violencia es ancha, sus oídos son la absolución.
De la antología “Las sotanas de Satán”
fin
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